sábado, 29 de noviembre de 2008

Teletón 2008: Gracias a ti podemos seguir


Todos sabemos lo que es la Teletón. Todos sabemos la labor que cumple la teletón. La Teletón cumple 30 años. 30 años donde han ayudado a personas discapacitadas de todo Chile, incluso extranjeras. 30 años donde Chile se une para una causa. 30 años donde nos ponemos una mano en el corazón y otra en el bolsillo. 30 años de solidaridad y amor. 30 años de emoción con historias humanas. 30 años de ejemplo de solidaridad para otros países. 30 años de desvelo con 27 horas de ayuda.

Confío en la solidaridad de los chilenos. Si bien la meta es bastante alta (más de 13 mil millones de pesos) y tenemos una crisis en contra, sé que lograremos llegar a la meta como tantos otros años. Somos aproximadamente 16 millones de chilenos... si cada chileno aportara con un poco menos de $1000, llegamos holgadamente a la meta... Aunque hay que tomar en cuenta que dentro de esos 16 millones, hay adultos mayores y niños que no pueden cooperar, o familias numerosas que no pueden aportar los mil pesos por integrante, pero para eso está el aporte de las empresas y empresarios, y hay familias que pueden aportar más de $1000. ¿Cómo no vamos a llegar a la meta?

Nadie está libre de que le pase algo como lo que ayuda la teletón. Nadie está libre de sufrir un accidente y formar parte directa de esta causa. Nadie está libre de tener hijos con problemas al nacer. Es por esto que hay que ponerse en el lugar de los demás, y solidariamente apoyar esta causa que nos une como país, y habla tan bien de nosotros.

Teletón 2008
Gracias a ti, podemos seguir

domingo, 23 de noviembre de 2008

Así mismo...

Aunque esa fue la única lágrima que cayó, aún sigo buscando el momento para derramar las que tengo guardadas que a ratos me ahogan, al parecer el entorno nos juega malas pasadas obligandonos a callar y guardar estas cosas. Fue (?) mutuo. Fue corto. Fue todo y fue nada.
No hay nada que perdonar, al contrario. Gracias. Gracias porque me enseñaste varias cosas que no sabía, o me hiciste recordar. Gracias por haberlo dicho a tiempo; si bien, las cosas no están de lo mejor entre nosotros, pudieron terminar peor de no haber hablado.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Sin título

Nos fundimos en un fuerte abrazo, quisiera que este momento no pasara nunca, pero los dos sabíamos que teníamos que separarnos, mas ninguno de los dos se separo del otro. Él me abrazó más fuerte, podía sentir su cuerpo sobre el mío, sentir que él pasaba lo mismo que yo, que a él también le dolía, le pesaba. Me dije a mi misma que no me dejaría llorar, no me dejaría derrumbar, pero podría ser inminente. Luego de un largo momento, nos separamos, nos miramos y solté sus manos. Comenzamos el camino de regreso. Nadie habló, era un momento tenso. Ya se había dicho todo (o al menos la mayoría de las cosas). Me rehusaba aún a lo ocurrido, estaba prevenida, pero no preparada. Nunca preparada. Caminaba con la mirada perdida consiente de muchas cosas, no estaba del todo ahí. Pensé en muchas cosas, presente, pasado y futuro. Hablé para relajar el ambiente, pero la tensión no se cortó. Continuamos nuestro camino. Rompimos un poco el hielo. Pero ya no era él, ni yo. Volvía a sentirme sola estando rodeada de personas. Llegamos. Nos despedimos, sabiendo que no sería la última despedida, pero ya no sería lo mismo. Él intentó no mirar hacia atrás. Yo miré como caminaba lejos de mí. Bajé al metro. Pensaba. Los carros iban más llenos de lo normal. Pensaba. Me percaté de que me había equivocado de andén justo a tiempo. Volví sobre mis pasos, y tomé el metro. Una vez en la micro, luego de haber estado con la mirada perdida, sentí como una lágrima, caída de mis ojos tapados por anteojos oscuros, se arrastraba por mi mejilla.

jueves, 13 de noviembre de 2008

... Y lloré

... Y encontré la excusa ideal, desahogué mis penas, bañé mis ojos y mi rostro, limpié el alma. Encontré la excusa ideal para comenzar a vaciar lo negro de mi interior, despeje el espíritu, busqué una catarsis.

Intenté encontrar una catarsis, mas encontré otra angustia. Era una excusa ideal, mas no perfecta. Quise llorar, mas no me desahogué. Busqué una pequeña luz, para acercarme y verla más grande hasta encandilarme con ella, mas se apagó en cuanto la encontré.

Y sigo buscando una excusa perfecta, un lugar para desahogar, para aliviar problemas, sigo buscando una forma de alivio, si he fallado hasta ahora, aún no me doy por vencida. Lo encontraré, seguiré mi destino, encontraré el alivio, y terminaré mi camino.

Algunos se ríen de mi forma filosófica de ver la vida, otros me consideran madura. Algunos no entienden mi forma de pensar, otros intentan comprenderlo (y lo hacen bastante bien). Algunos se burlan de mi forma anticuada de sentir, otros pocos la admiran. Algunos no entienden lo que hago, menos aún intentan comprenderlo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

En la micro (cuento "corto")

Luego de estar más de 15 minutos esperando la micro, miraba por la ventana, pensando en la cantidad de pruebas que se me venían ahora a fin de año... por el reflejo del vidrio, pude ver entrar por la puerta a una joven que a primera vista no tenía nada llamativo, no obstante mi mirada se clavó en ella.

Esbelta, llevaba su pelo oscuro y rizado sujeto por unas trabas, anteojos oscuros, unos ceñidos capris de jeans, una polera roja, y un bolso del mismo tono. Era, a mis ojos, una mujer normal y espectacular a la vez, mujer de estudios y modelo de pasarela. Simplemente perfecta para mí.

Se sentó en la primera silla vacía que encontró. Estaba justamente en diagonal mia. Me volteé para verla mejor, se había sacado los anteojos de sol. Tenía la mirada perdida a través del vidrio, sus piernas cruzadas y sus manos sobre el bolso. Mientras los dos escuchábamos música, yo pensaba en qué pensará ella. De pronto, ella cerró los ojos un momento, miró a su alrededor y me miró a los ojos, percatándose de que la observaba hace un rato. Sus ojos... de un café común, eran profundos, al mirarla podría atreverme a especular un rango de edad de 16 a 19 años, pero su mirada reflejaban algo distinto a eso, algo especial tenían que reflejaban experiencia, vivencias, no como todas las miradas de las mujeres de su edad.

Me miró unos instantes, y volvió a mirar por la ventana. Por la forma en que iba vestida y arreglada, deduje que podría pololear. Por la forma de sentarse, de mirar, de comportarse, deduje también que era tímida, me parecía que reflejaba una calidad humana enorme, generosa y piadosa, simplemente perfecta.

Al rato me miró nuevamente, esta vez me sonrió tímidamente, curvando un poco sus labios rosados.

Seguimos en ese juego silencioso muchas veces. Me preguntaba hacia donde iba, cuanto tiempo más me quedaba para observarla, imaginarla en los distintos ámbitos de su vida. ¿Estudiaba? ¿Dónde vivía? ¿Sería exitosa? ¿Inteligente además de linda?

De pronto, ella se levantó. Nervioso, me enderecé, pasó por mi lado, y su blanca piel rozó mi polera, me sonrió tímidamente, y en el paradero siguiente se bajó. Caminé hacia la puerta, y apoyándome en la ventana lateral, la miré sonreírme por última vez, y luego, caminar lejos de mí.

Aún sigo mirando micros, con la vaga esperanza de verla de nuevo, hacer lo que antes no pude, pedirle el teléfono, mail, dirección, algo que me permita verla de nuevo, y no sólo en mis sueños. Y pensar que yo no creía en el amor a primera vista... ¡Un momento! ¿Es ella? Sí... y viene subiendo en la misma micro donde estoy, tan linda como la recuerdo...