sábado, 8 de mayo de 2010

Ella

Todos las veía caminar por los pasillos, deslizarse, casi bailar camino a clases. Todos la veían leyendo en la biblioteca, tomando los libros con gracia y delicadeza. Común era verla tomar café en la cafetería, rodeada de amigos. Verla conversando, verla meditando.

Ella, perfecta. La princesa de donde iba, la más bonita del lugar. La más inteligente de su promoción. Tranquila, apacible, grácil, delicada, todas la envidiaban, y todos querían estar con ella, pero nadie lo conseguía. Inalcanzable.

Ella, amable. Preocupada de quienes la rodeaban, siempre atenta, siempre protegiendo. Pero nunca protegida.

Ella, delicada. Incluso cuando se apoyaba en la micro, camino a sus compromisos, delicada. Perspicaz, astuta.

Ella, ella, ella... todos pensaban en ellas. No existía la indiferencia. Ella marcaba la diferencia.

Quién se iba a imaginar, que tras de aquellos ojos azules, tras esa cutis de porcelana y aquella nariz respingada, se escondía una tormenta, una lluvia de dudas, relámpagos de inseguridades, truenos de dolor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay nada mas personalq ue el dolor. Toda queja es un llamado a la profundidad del alma, a la introspeccion maxima. Si tienes miedo jamas la tocaras. Debes avanzar a pesar de todo, reirte, seguir, atender, escucha el bosque, escucha el bosque d etus ancestros, las runas de tus amigos. Las respuestas estan mas cerca de lo que crees.