sábado, 12 de septiembre de 2009

Eunoe

- ¡¿Qué está pasando?!

Matías navegaba cerca de la orilla, a escasos metros del muelle. Solía hacerlo. Le gustaba hacerlo. Era necesario para ordenar sus ideas, pensar y lograr escribir alguna de ellas. Esas ideas que se agolpaban en su mente.

Mientras navegaba, Matías acostumbraba a contemplar la imponente estructura del “Eunoe” (que no lo era), un edificio construido a pocos metros de su casa. Este edificio era la sombra de la entrada. De su entrada.

Aquel edificio encerraba un misterio. Nadie sabía para qué fue construido, ni porqué. No era habitacional ni tampoco comercial. No era un monumento, ni una oficina, una casa o un templo religioso. Tampoco tenía puertas, ni entrada ni salida. Sólo estaba ahí.

Matías lo observaba. Lo observaba atentamente. Le gustaba cuando el ocaso lo atravesaba a través de los ventanales inexistentes. Sin embargo, ese fatal día, en el momento en que el ocaso se cruzó por el edificio, los cimientos de éste comenzaron a temblar, y se derrumbaron limpiamente junto a él.

- ¡¿Qué está pasando?!

Nadie entendió como aquel sólido edificio se derrumbó de improviso, aquel edificio que siempre obsesionaba y amenazaba a Matías. Aquel edificio que en el pequeño e ignorante poblado nadie extrañaría.

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